Si el queso no se va a consumir inmediatamente, se aconseja conservarlo en el frigorífico a una temperatura entre 4º y 10º C.

Antes de consumirlo, se aconseja sacarle del frigorífico unas 12 horas antes, para que alcance la temperatura idónea de consumo entre 20 y 25º C..

En el caso que deseemos consumirlo inmediatamente y no nos dé tiempo a atemperarlo, se recomienda calentarlo en un horno o bien en un calienta platos, pero nunca en un microondas ya que alteraremos las propiedades físico químicas del queso, llegando a disolver la grasa del mismo.

Es muy importante la temperatura a la hora de consumirlo, con esto conseguiremos que el queso sea muy cremoso, casi licuado alcanzando su punto óptimo para el consumo, tanto en su textura como en su bouquet.

Las imágenes nos muestran la manera de proceder para un óptimo consumo, en el caso que la unidad familiar sea una o dos personas, se puede partir al medio en forma de mollete, como si fueran dos quesos, uno se cubrirá con Film de cocina, pegándolo bien en la parte abierta, con el fin de evitar oxigeno entre el film y la crema del queso, y lo guardaremos en la nevera en la parte baja que es la más fría y la otra mitad la dejaremos fuera del frigorífico ya que es la que vamos a degustar.

El consumo preferente viene indicado en el dorso del queso, suele ser de seis meses desde que salió de fábrica, siempre conservándolo en frio.

Una vez abierto, se aconseja consumirlo dentro de los 10 primeros días, esto no quiere decir que a partir de esa fecha este ya malo, lo que ocurre es que el queso se ira secando progresivamente y cada vez estará más duro. En ocasiones dependiendo de la humedad relativa existente en las cocinas, le puede llegar a salir moho superficial, esto no es síntoma de que no sea acto para el consumo, se le puede limpiar con un trapo húmedo o bien darle un poco de aceite de manera superficial para evitar la floración del moho.